Este
Parque, decretado el 12 de diciembre de 1978 con una
superficie de 330.000 hectáreas, se ubica en las proximidades de las
nacientes del río Caura, al
suroeste del Estado Bolívar. Comprende tres grandes tepuyes: el Jaua-jidi, el Sarisariñama-jidi y el Guanacoco-jidi (nombres que
les asignan los indios Makiritare, pobladores ancestrales de estas tierras),
así como las áreas del piedemonte y de los valles intertepuyanos.
El fenómeno natural más impresionante y atrayente
lo constituyen las simas de colapso en la planicie del
Sarisariñama, semejantes a profundos cráteres, que devienen en receptáculos de una
flora y fauna peculiares y endémicas de estos aislados
habitats. La mayor de estas simas mide 352 metros de diámetro en la boca, 350 metros
de profundidad y 502 metros de diámetro en el fondo.
Las sabanas de las superficies más elevadas albergan plantas de bajo dosel de las familias Xiridácea,
Abolbodácea, Droserácea, Bromeliácea, Rapatácea y Liliácea, todas
con hojas en forma de roseta o de abanico, o
bien tubulares, tiesas, carnosas y
peludas. A orillas de los ríos se encuentran
múltiples especies vegetales densamente
distribuidas, configurando los habituales
bosques de galería. También aquí se observa gran cantidad de especies
endémicas.
Las plantas más altas se encuentran en las áreas del piedemonte. El
número de las especies vegetales que habitan
en el fondo de las simas de colapso
que se abren en el tope de los tepuyes
es relativamente pequeño, pero el 66% de
ellas sólo sobreviven en estos limitados rincones del mundo, distinguiéndose entre ellas las Machaerium myrianthum, Guarania huberi y
Markea reticulata. Los muros de las simas no muestran cobertura vegetal, con excepción de pequeños entrantes y salientes, donde aparecen
especies que se ajustan a esas difíciles condiciones edáficas y de
sombra.
El acceso al Parque se hace por vía aérea, pues el
río Caura presenta grandes dificultades de navegación.
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