lunes, 6 de agosto de 2018

COMIENZOS HISTORICOS

La historia de Guayana comienza el primero de agosto de 1498 cuando el Almirante Cristóbal
Colón, en su tercer viaje, observa por primera vez las costas de América, pertenecientes a la Región, y se detiene bajo la inspiración de especulaciones míticas frente al encrespado estuario del Orinoco, que equipara a algún extraño río del Paraí­so:
"Grandes indicios son éstos del Paraíso terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de esos santos y sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamas leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro y vecina con la salada..."
Dos años después de Colón, el explorador y navegante Vicente Yáñez Pinzón aportó datos importantes al geógrafo e historiador italiano Pedro Mártir de Anglería, cronista real y miem­bro del Consejo de Indias, para confeccionar el mapa de 1511 donde aparece por primera vez el gran río, que habría de convertirse en la principal vía de penetración de los conquistadores por es­ta Región de tupida selva tropical.
El Orinoco, eje fluvial de Guayana y Vene­zuela, era una realidad apenas evidenciada en el mapeado abanico de su estuario. Descubrir la magnitud de su existencia, empresa por demás ingente y comprometida, fue lo que realizó en­tre 1531 y1532 Don Diego de Ordaz. Estevino a ser el primer español en penetrar y explorar el Orinoco más allá de la desembocadura del Ca­roní, vale decir, hasta el río Meta. También había sido este hombre, decidido y temerario, el pri­mero en subir hasta el cráter de un volcán en erupción, el Popocatepetl, durante la conquista de México y el que hizo rendir al valiente Guati­mozín, último emperador azteca.
La voz ¡Uayana! ¡Uayana!, que escuchan los españoles en la algarada de los aborígenes que habitaban la zona de confluencia del Orinoco con el Caroní, habrá de convertirse para el mun­do en el nombre de Uayana o Guayana, que de­signa este inmenso territorio donde la Naturale­za recrea la fuerza eterna de su existencia.

Los Capitanes Alonso de Herrera y Gerónimo de Ortal, herederos de las capitulaciones de Or­daz que había sido envenenado durante el tra­yecto Santo Domingo-España, continúan pene­trando y explorando la Guayana a través de sus ríos principales. También Alonso de Herrera mo­rirá atravesado por las flechas envenenadas de los indios después de haber remontado cien ki­lómetros del Meta.

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