jueves, 26 de julio de 2018

LOS WARAO


El grupo étnico que se autodenomina "gente de canoa", Warao (Wa: canoa; aroa: gente) en su lengua, posiblemente vio los barcos de Cristóbal Colón en 1498, en su tercer viaje que lo llevó al golfo de Paria, por cuyas aguas estos indígenas acostumbraban navegar. Más tarde, a principios del siglo XVI, cuando los españoles comenzaron a explorar el Orinoco y su intrincado delta, aparecieron las primeras descripciones de los Warao, pescadores habitantes de los caños y pantanos, y constructores de palafitos.
Hoy en día, los Warao se destacan por ser el segundo grupo étnico más numeroso de Vene­zuela, después de los Wayúu o Guajiro, con una población total de 19.573 personas, repar­tida en 363 comunidades, según el Censo Indí­gena de 1982. La inmensa mayoría de este grupo, compuesta por 17.654 personas, habita en el Estado Delta Amacuro, mientras que los demás viven al margen occidental del delta del Orinoco, en las tierras adyacentes al caño Má­namo, en el Estado Monagas, y aun se encuentran unos pocos más alla del río San Juan, en el Estado Sucre.
En la región del delta, los Warao se concen­tran en la faja costera de unos 50-60 kilómetros de ancho, especialmente en el sector sureste, donde ocupan los caños, ríos y bocas del Depar­tamento Antonio Díaz. Sus muy características construcciones palafíticas se levantan en la orilla de los ríos, paralelamente a éstos, con sus
cocinas sobre el agua y sus casas dormitorios más adentro, todas unidas por un eficaz sistema de puentes.
En este mundo acuático, los Warao usan siempre sus canoas para cualquier desplaza­miento, ya sea salir a pescar, ir a sus conucos, recoger materiales o frutos silvestres, visitar otras comunidades, comerciar, o para enterrar a sus muertos. La canoa es, pues, de gran importancia en su cultura dado que una buena parte de la vida del Warao transcurre sobre este medio de transporte.
Tradicionalmente, los Warao-se mantenían mediante un sistema de subsistencia basado en la pesca, la cacería y la recolección de frutos silvestres. Ha sido solamente a partir de la tercera década de este siglo que los Warao comenzaron a sembrar, cuando el cultivo del ocumo chino fue introducido desde Guyana y revolucionó su sistema de subsistencia. Hasta entonces la vida de los Warao se alternaba entre los morichales y la orilla de los caños.
Desde sus rancherías en los morichales, los Warao se dedicaban especialmente a aprove­char la palma moriche, principal e increíble recurso de este ecosistema, fuente de múltiples productos y alimentos: del interior del tronco se extrae la fécula con la cual se produce el almi­dón, el aru de los Warao que los criollos llaman yuruma, base de su antigua dieta; se aprovecha también el fruto alimenticio; el corazón pareci­do al palmito; la savia; la fibra sacada del cogollo, que sirve para tejer chinchorros y cabu­yas para usos varios; la hoja para techar las casas; los peciolos para fabricar arpones, boyas de pescar, velas de canoas, y escudos para el combate ritual; y la corteza del tronco, con la que fabrican los pisos de las casas y la hoja del azadón. La cacería del picure, principalmente, y de la lapa y el chigüire se realiza en general en los morichales, donde capturan también el morro-coy y la iguana. Además recolectan miel y frutos silvestres, y pescan en los caños. La recolección de los cangrejos se efectúa en los meses de invierno. Y cuando las aguas se vuelven más claras, a finales del invierno, y ya están estableci­dos en sus rancherías en la orilla de los caños, los Warao, equipados con nylon y anzuelos, arpo­nes y boyas, inician la temporada de pesca del pez morocoto y del bagre en los grandes ríos y sus bocas.
El inicio de la agricultura entre los Warao,

con la introducción del ocumo chino, cultivo adaptado a los suelos húmedos y anegadizos del delta, contribuyó a que este grupo indígena comenzara a vivir más permanentemente en las márgenes de los ríos. El ocumo, con el pescado, se convirtió entonces en la base de la dieta Warao. En las partes más altas de los conucos empezaron a sembrar, además, yuca, maíz, cam­bures, plátanos y caña de azúcar. En el transcurso de las últimas dos décadas, los Warao se han de­dicado a cultivar principalmente arroz y maíz, para su venta en el comercio. También venden su artesanía, cestas y chinchorros muy apreciados en el mercado criollo. La implantación por el hombre blanco de la industria del palmito extraído de la palma manaca, en el delta, se basa en la cosecha por la mano de obra Warao, pero su industrialización tiende a producir una so­breexplotación ecológicamente nefasta de esta especie vegetal.
El represamiento recientemente efectuado del caño Mánamo, originalmente destinado a aumentar la superficie de tierras agrícolas, ha tenido el efecto de reducir el caudal de las aguas que fluyen por los caños del delta occidental, quedando éstos, en los meses de verano, ex­puestos a la penetración de aguas salobres desde sus bocas. Como resultado, a las rancherías Warao de esta zona les faltó agua potable, con graves consecuencias para sus cultivos, y dismi­nuyó drásticamente la pesca fluvial en esta área, por lo que el grupo indígena tuvo finalmente que migrar aguas arriba para poder sobrevivir.
Otra muestra del avance del progreso, que a veces perjudica a estas comunidades, es la reciente creación (1991) en el delta central del Parque Nacional "Mariusa", cuya extensa super­ficie inicial (550.000 hectáreas), con la que los Warao contaban para conservar sus recursos,

tuvo que reducirse drásticamente, al ceder gran­des espacios para su explotación por la industria maderera y de palmito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario