Construido por el gobierno de Joaquín Crespo para defensa de la Ciudad asediada y a veces ocupada por enemigo del Gobierno se alza sobre el cerro de su nombre, desde donde es observable una panorámica de la capital y el Orinoco.
Al igual que los Castillos de Guayana sirvió de
fortaleza, alternativamente, a diversos bandos gubernamentales y rebeldes de las guerras republicanas.
En 1975 se inicia su restauración y se construyó un camino empedrado que conduce hasta su cumbre desde una de las calles que lo rodea. Desde 1979 puede visitarse como
sitio histórico.
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