sábado, 30 de junio de 2018

EXPLOTACIÓN FORESTAL


La explotación forestal en la Región de Gua­yana se caracteriza por su diversidad, y puede clasificarse como explotación maderera y de productos derivados.

Explotación Maderera
Este rubro ha planteado uno de los interro­gantes más importantes en la consideración del desarrollo regional. de Guayana: ¿Es posible la explotación forestal con alto rendimiento co­mercial en el bosque tropical húmedo, sin que ello represente su destrucción? Para que la respuesta fuera afirmativa ha sido necesario implantar estrictas medidas conservacionistas a fin de impedir la destrucción de espacios bos­cosos que, por sus características edáficas, difí­cilmente podrían ser recuperados. Entre estas medidas destaca la declaración de las reservas forestales de I mataca, La Parag-u-a y El Caura, de lotes boscosos en San Pedro y San Francisco, y de la Zona Protectora Sur del Estado Bolívar. Si a esto se agregan las extensiones amparadas bajo la figura de Parques Nacionales y Monumentos Naturales, se llega a un total de áreas protegidas que representa más del 50% de la superficie regional.
De acuerdo a los registros del Ministerio de Agricultura y Cría, en la Región se explotan más de 30 especies madereras, clasificadas tradi­cionalmente en finas, blandas y duras. Entre las primeras destaca el cedro (Cedrela sp.), el cartán (Centrolobium paraense) y la carapa (Carapa
guianensis). Estas especies han sido poco apro­vechadas en la Región, primordialmente por su dificultad de localización en los bosques tropi­cales, de abundante diversidad, y el escaso rendimiento económico que, en consecuencia, se deriva de ellas. Las maderas blandas más importantes incluyen el saqui-saqui (BombaCon‑
Cupaneca Astronotus ocellatus
Guitarrilla  Pseudodoras niger
Bagre Rayao     Pseudoplatystoma fasciatum
Guara-Guara    Hypostomus sp.,

sis sepium), el mijao (Anacardium excelsum), el apamate (Tabebuia pentaphylla), y el mureillo (Erisma uncinatum). Entre las maderas duras se cuentan el charo (Trophis americana), el pardillo (Cordia alliodora) y la flor amarilla ( Tecoma spectabilis).

Aparte de las notables plantaciones y aserra­deros de pino caribe en el sur de los estados Anzoátegui y Monagas, también bajo control de la C.V.G., esta corporación desarrolla importan­tes proyectos forestales en la Región de Guayana. Entre ellos el del Bosque Guri, con una extensión de 820 hectáreas, que se extiende en el área próxima al lago formado por la represa. El programa en desarrollo contempla explotacio­nes forestales bajo planes silviculturales y de protección de las aguas, suelos, flora y fauna. El aprovechamiento forestal derivado permitió la extracción de 19.940.249 metros cúbicos de madera durante 1987, lo que representó un monto superior a los tres mil millones de bolíva­res. El proyecto Bosque Sierra de Imataca, ubi­cado en la reserva forestal del mismo nombre, ha permitido explotaciones superiores a los 4.000 m3, suficientes para satisfacer las deman­das de madera de la propia C.V.G. Estas expe­riencias se realizan bajo las pautas del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Re­novables contempladas en los planes de manejo de reservas forestales.

viernes, 29 de junio de 2018

EXPLOTACIÓN DE PRODUCTOS DERIVADOS


Esta actividad se desarrolla fundamental­mente en el Territorio Federal Amazonas, desta­cando los rubros de caucho, pendare, chiqui­chique y seje.
La explotación organizada del caucho natural (Hevea brasiliensis) en la Región se inició en 1860, con el establecimiento de una empresa en San Carlos de Río Negro; iniciativa que fue seguida por otras en San Carlos y en San Fernari do de Atabapo. Por esa época se establecieron otras industrias del caucho en otros países de América Latina, llegando a ser grandes produc­tores Nicaragua y Brasil. La explotación del caucho en Venezuela se realizó en forma signifi­cativa hasta 1946, cuando la producción alcanzó 455 T.M. Pero el incremento de la demanda por los requerimientos de la Segunda Guerra Mun­dial determinó que se intensificara la explotación desde unos años antes en las plantaciones del sudeste asiático, en Malasia, India, Ceilán, Bir­mania, Tailandia e Indonesia, cuyo rendimiento era muy superior al logrado en Amazonas,
tanto a nivel de planta como de concentración del producto. Mientras aquí se obtenían de dos a tres kilogramos de látex por planta, el rendi­miento de las plantaciones asiáticas superaba los .10 Kg anuales por árbol. Actualmente, un programa de la C.V.G. orientado a la reactivación de la producción cauchera en el país contempla el establecimiento de una plantación de 3.000 hectáreas, que en un período de cinco años producirá 2.000 Kg. de caucho seco por hectá­rea, a partir del año 2.000. Para este desarrollo, ubicado en las proximidades de Santa Bárbara, se han acondicionado 97,8 Km de carretera entre el campamento Trapichote y San Fernando de Atabapo. El proyecto incluye, además del área de siembra de la plantación comercial, el abastecimiento de viveros, un jardín local, y las obras de infraestructura básicas.
En el Territorio Federal Amazonas se explota también el pendare (Manilkara sp.), conocido como goma de mascar o chicle. Su producción se inció en 1939 en las cuencas baja y media del río Ventuari. Las cifras máximas de producción se alcanzaron en 1957 con un volumen de látex de 485 T.M. En los últimos años la producción del chicle se ha visto reducida en forma significa­tiva, por una explotación irracional que utiliza cortes muy profundos en las plantas o tala los árboles para extraer todo su látex.
Del árbol del purguo (Manilkara sp.) se ob­tiene el balata, una goma utilizada como aislan­te en los cables eléctricos, y usada también en la industria del calzado, en la confección de telas impermeables y en otros productos. Su producción se da principalmente en el Municipio Cedeño del Estado Bolívar y en el Territorio Federal Amazonas.
Otro producto forestal de importancia en el Territorio Amazonas ha sido el chiquichique, fibra de la palmera del mismo nombre (Leopol­dinia piassaba), larga y resistente, que se emplea en la fabricación de cepillos, cordeles, escobas y cestería. Su explotación se asienta en la penilla­nura del Casiquiare, fundamentalmente entre los centros poblados de San Fernando de Ata­bapo y San Carlos de Río Negro. La producción alcanza aproximadamente unas 2.000 T.M. anuales, sin considerar el gran volumen de chiquichique que se exporta ilegalmente a Co­lombia sin control del Estado venezolano.
De la semilla de la palma de seje (Jessenia bataua) se extrae el aceite del mismo nombre, que por sus características puede competir con el aceite de oliva, además de atribuírsele pro­piedades terapéuticas en el tratamiento de las afecciones broncopulmonares. Los sejales más importantes de la Región se encuentran en las cuencas del Ventuari, Sipapo y Manapiare, ha­llándose también en las cuencas alta y media del Caura.

Otra de las plantas de la Región con derivados de importancia es la sarrapia (Coumarouma punctata), de cuya semilla se extrae la coumarina, sustancia de olor penetrante utilizada en las industrias de perfumería, licores y tabacaleras. Grandes serrapiales se encuentran en el Muni­cipio Cedeño del Estado Bolívar y al norte del Territorio Amazonas. La nuez de Brasil, la copai­ba y algunas quinas son otras especies que aportan significativos productos de amplio uso.

jueves, 28 de junio de 2018

MINERÍA


La minería es una de las actividades econó­micas más importantes en la Región, por el número de personas que ocupa y su aporte al Producto Territorial Bruto. Los rubros de explo­tación más importantes son el hierro, la bauxita, el oro y el diamante.
HIERRO
Véase La industria del hierro y el acero.
BAUXITA
Véase La industria del aluminio.
ORO
La explotación comercial del oro en Vene­zuela se inició en el valle de Nirgua, actual estado Lara, en 1591. La próspera actividad propició, en la Región Centro-Occidental, la fundación de ciudades como Nueva Segovia -hoy Barquisimeto-, Valencia y Borburata. En 1824 comienza en Guayana la minería del oro en las arenas del río Yuruari, descubriéndose cuarenta años después, en la margen derecha de esa corriente, el rico filón de la mina de El Callao que convierte el lugar en un activo centro de atracción de poblaciones vecinas. En 1870 se constituye en la súbitamente rica localidad la Compañia Minera Nacional Anónima"El Callao", para la explotación del oro.
Ya entonces la detección del mineral se realiza con la amalgama de mercurio, dando pie a un proceso de contaminación mercurial que aún afecta las corrientes.
A lo largo de los años, la producción de oro en el lugar experimenta ascensos y descensos. En 1897 se paraliza la explotación temporal­mente con el cierre de la vieja mina. Posterior­mente, a partir de 1911 siguen los altibajos en la obtención del mineral en distintos lugares del "distrito aurífero de El Callao", lográndose entre 1931 y 1945 una producción total de 49,7 millones de gramos.
En 1952 el Estado venezolano expropia la última compañía extranjera dedicada a la explo­tación del oro que existía en la zona, la Guayana Mines, y crea la empresa mixta Minas de Oro de El Callao, C.A. (M.O.C.C.A.), que entre 1958 y 1965 logra una producción promedio anual de un millón de gramos.
La minería no planificada del oro es una de las actividades más destructivas del medio am­biente físico y socioeconómico, por lo que requiere formas especiales de control. Actual­mente la C.V.G., a través de su filial M I N ERVEN, C.A.empresa mixta constituida en 1970 y nacio­nalizada en 1974, posee doce concesiones de 500 hectáreas cada una, otorgadas por un plazo de 25 años por el Ministerio de energía y Minas a partir del 9 de enero de 1973, con el fin de explorar, explotar y procesar el mineral aurífero de veta en la zona de El Callao. El mismo Ministerio autorizó igualmente a la C.V.G. en abril de 1986 para la exploración, desarrollo y

explotación del oro de aluvión que encontrase MINERVEN en las concesiones referidas.
Un primer proyecto de la empresa, deno­minado MINERVEN 1, prevé la explotación y procesamiento del mineral de la veta "Colom­bia", con reservas evaluadas en 2.044.000 tone­ladas métricas y un tenor de 12 gramos por tonelada de mineral. Este proyecto se asienta a tres kilómetros de El Callao, y consta de un pozo vertical y una planta de tratamiento con una capacidad máxima de 700 toneladas diarias. Dado que, actualmente, MINERVEN está alcan­zando su tope de producción, se realizan estu­dios para ampliar la capacidad de su planta de tratamiento a 1.200 toneladas diarias.
La producción de MINERVEN se destina a abastecer la demanda nacional, y el excedente es colocado en los mercados internacionales a través del Banco Central de Venezuela.
En 1988 la producción aurífera nacional alcanzó 3.398.728 gramos, de los cuales el 80% se obtuvo bajo el régimen de concesiones y el restante 20% fue de libre aprovechamiento. Esta última modalidad ha ido creciendo en propor­ción en los últimos años: en 1986 fue del 12%, con un total de 2.510.803 gramos, mientras en 1984 había sido del 7%, representando 1.740.796 gramos. Es muy difícil el control de este tipo de explotación minera, por lo que no es posible conocer con exactitud las cifras totales de pro­ducción de oro en el país debido al gran número de mineros que no reporta datos ni está bajo supervisión del Estado venezolano.
Se calcula que al sur del Orinoco existen reservas de ocho mil toneladas de oro. Pero la carga impositiva a que es obligada esta actividad minera por las leyes de impuesto vigentes difi­culta su desarrollo, que podría fortalecerse y crecer si el gravamen fiscal fuera similar o menor al de otras actividades industriales. Una política fiscal que incentive la captación de capitales, privados o mixtos, y la inversión en la minería del oro garantizaría altos niveles de productividad utilizando las más modernas tecnologías, con­tribuyendo así a un mejor control del Estado y a reducir la minería ilegal.

Actualmente existe un proyecto bajo consi­deración de los cuerpos legislativos para modi­ficar las leyes impositivas adecuándolas a esta situación.

miércoles, 27 de junio de 2018

DIAMANTES


Los primeros descubrimientos de diamantes en la zona se hicieron en las proximidades del río Surukún, al oeste de Santa Elena de Uairén, iniciándose su explotación en 1913. Su aprovechamiento en mayor escala, sin embargo, em­pieza en 1937 con el establecimiento de las primeras empresas diamantíferas que operaron en Venezuela. Tras una explotación en base a concesiones otorgadas por el Estado durante aproximadamente una década, las primeras empresas quedan inactivas al establecer la Ley de Minas el sistema de libre aprovechamiento.
Esta actividad minera se lleva a cabo princi­palmente en las cuencas de los ríos Caroní, Paragua, Chiveros, Cuyuní y Aro, destacando entre otros los lugares de Caruachi, San Salvador de Paúl, Urimán, Icabarú y Santa Elena.
La minería diamantífera, al igual que sucede con la del oro, carece de un eficiente control por parte del Estado. Las cifras de la Dirección de Minas del Ministerio de Energía y Minas muestran una reducción significativa de la producción, de alrededor de 1.200.000 quilates métricos en 1974 a algo más de 120.000 quilates para 1988.

El gran volumen que se calcula extraído y no registrado, con la subsecuente evasión fiscal, supone no sólo un problema para la economía regional, sino también para el equilibrio am­biental, por la destrucción de los suelos que acarrea la explotación indiscriminada de este recurso.

martes, 26 de junio de 2018

SECTOR SECUNDARIO

El sector secundario de la economía adquiere una importancia muy especial en la Región. Guayana es el núcleo de mayor crecimiento industrial del país, que cuenta con las industrias básicas (hierro y aluminio), un ingente aprove­chamiento de energía hidroeléctrica y la presen­cia de abundantes recursos minerales. El desa­rrollo de la infraestructura de estas industrias implica grandes inversiones en materia de cons­trucción, actividad comprendida también bajo este sector, que se ha convertido igualmente en gran generadora de empleo. Los requerimientos de las industrias básicas y, en líneas generales, la política promotora del Estado han favorecido asimismo la instalación de otras industrias en Guayana.

domingo, 24 de junio de 2018

INDUSTRIAS BÁSICAS

  1. Las industrias básicas del acero y el aluminio, conjuntamente con la producción de energía hidroeléctrica, constituyen el fundamento de la economía regional y un soporte primordial de la economía del país.
  2. La Región de Guayana se ha convertido en el presente siglo en uno de los principales focos de producción de Venezuela y pujante centro de expansión de la economía nacional. Los ingentes yacimientos de minerales y la enorme disponibi­lidad de recursos de Guayana sugirieron, a principios de siglo, la posibilidad de fortalecer la economía venezolana añadiendo a la ya tradi­cional explotación petrolera el aprovechamiento de las riquezas naturales y energéticas de la Región. Surgen así las industrias básicas del país, dedicadas a la transformación de materias pri­mas, llamadas a expandiry consolidar el moderno desarrollo de Venezuela en esta época tecnoló­gica.
  3. Los esfuerzos realizados llevan, a mediados de este siglo, a la creación, a nivel gubernamen­tal, de una entidad encargada de manejar y administrar la compleja tarea del desarrollo de la Región, acorde con la orientación del desarrollo del país.
  4. La Corporación Venezolana de Guayana (C.V.G.) es un instituto autónomo con persona­lidad jurídica propia adscrito a la Presidencia de la República, creado por decreto presidencial el 29 de diciembre de 1960 como ente rector del desarrollo de la Región de Guayana, a objeto de promovery coordinar su crecimiento económico y social dentro de los planes de desarrollo de la nación.
  5. Los propósitos inmediatos del organismo para el momento de su creación fueron efectuar los estudios necesarios para el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del río Caroní, or­ganizar el desarrollo integral de los recursos de Guayana a partir de la puesta en marcha de la incipiente industria siderúrgica, y coordinar las actividades económicas y sociales necesarias para el crecimiento armónico de la Región.
  6. Los estatutos de la C.V.G. contemplan la
  7. institución no como una entidad privada para el ejercicio de actividades económicas en la zona; sino como un organismo oficial promotor del desarrollo integral de la Región, con vistas a futuro, abarcando la totalidad de las actividades humanas involucradas en el aprovechamiento de los recursos. Así, dentro de sus funciones se encontraba, para el momento de su creación, el establecimiento de una ciudad que operara como sede de las empresas básicas a desarrollar­se en la Región de Guayana. Ciudad Guayana surge de este modo, de la fusión de la antigua población de San Félix (fundada en 1576 por los españoles a orillas del río Orinoco) con Puerto Ordaz (para entonces apenas algo más que un muelle de embarque y desembarque del mineral de hierro que se transportaba por la importante vía fluvial). Ciudad Guayana se convierte, por acción de la C.V.G., en la primera y, hasta ahora, única ciudad de Venezuela planificada desde su diseño, y en polo de atracción de una población inmigrante a la Región, que crecería desde entonces al ritmo del desarrollo industrial y económico basado en la explotación racional de sus abundantes recursos naturales.
  8. La C.V.G. no sólo es, pues, por las funciones asignadas, ente promotor y coordinador de la economía regional, sino también agente del bienestar y desarrollo humano en la Región, a través de las múltiples actividades que le corres­ponde ejercer en los ámbitos social y cultural, mediante la creación de viviendas y centros urbanos para el crecimiento equilibrado de la población, la atención a las necesidades educa­tivas, culturales y recreacionales de sus habitan­tes, la formación de instituciones deportivas, de atención social y de salud, la organización de programas de capacitación laboral..., sin olvidar el ejercicio permanente de medios de control de contaminación y conservación ambiental, y la contribución al mejoramiento del nivel de vida de la población indígena de la Región, dentro del respeto a su medio ambiente y a sus valores culturales.
  9. Como resultado de estas gestiones, Guayana ha pasado de ser una Región desde la que emigraban sus habitantes hacia otras áreas del país en busca de mejores oportunidades econó­micas, a constituir centro de inmigración de poblaciones vecinas, atraídas por las fuentes de trabajo y condiciones de vida actuales. Como muestra, baste señalar que de algo más de 40.000 personas que había en Ciudad Guayana para el momento de su creación, la ciudad cuenta hoy, treinta y un años más tarde, con una población de 450.000 habitantes. Hoy la C.V.G./ maneja alrededor de 54 empresas, algunas de capital mixto, sin contar muchas otras privadas constituidas en torno a los complejos industriales que son consecuencia directa o indirecta de la operación de las industrias básicas ysus derivadas.Para llevar a cabo tan extenso plan de desa­rrollo, la C.V.G. ha creado entidades especializa­das dentro de sus empresas filiales, así como programas permanentes de concientización para el uso racional de las riquezas naturales de la Región de Guayana, donde el hombre, parte integral de la naturaleza, constituye el principal recurso.

viernes, 22 de junio de 2018

LA GENERACION DE ENERGIA HIDROELECTRICA


Venezuela posee recursos hidráulicos esti­mados en un valor superior a 350.000 Gwh (350 millones de kilovatios/hora), equivalentes a un potencial energético de aproximadamente 2 millones de barriles diarios de petróleo. De es­tos cuantiosos recursos, solamente el 15% re­presenta la explotación hidroeléctrica actual, la cual se concentra principalmente en la Región de Guayana. De hecho, Guayana aporta actual­mente el 70% de la energía eléctrica que se con­sume en Venezuela.
El empleo de la energía hidroeléctrica en sus­titución de la de origen fósil ha ido en desarrollo creciente en el país: del 37% al comienzo de la década de 1970 a más del 65% a comienzos de la década de 1990, desplazando progresiva­mente a la electricidad de origen térmico.
El uso de energía eléctrica de origen hidráuli­co tiene larga historia en el país. En 1896 se inauguró uno de los primeros sistemas de alum­brado público que existió en Venezuela, entre las plazas Bolívar y Miranda de la ciudad de Barquisimeto. La energía provenía de la planta hidroeléctrica del río Turbio, que después resultó destruida en las guerras internas de principios de siglo. En 1897 entró en operación la planta El Encantado, aprovechando la energía hidroeléc­trica del río Guaire para iluminar un sector del centro de la capital, entre la esquina de La Torre y la Cervecería Nacional. Se iniciaba así La Electricidad de Caracas, que llegó a tener una capacidad instalada de 18.500 kilovatios de energía hidroeléctrica entre las plantas de Los Naranjos, Lira, Mamo, Caoma, Marapa, Curupao, lzcaragua y Naiguatá. En 1928 finalizó la cons­trucción del dique de Petaquire, el primer em­balse de regulación existente en Venezuela, con una capacidad de 2 millones de metros cúbicos. La ciudad de Maracay también se benefició de suministro eléctrico de origen hidráulico desde fines de los años 30, con las plantas hidroeléctri­cas de Pedregal, U raca y Choroní, que poseían una capacidad conjunta de 8.200 kilovatios.
No obstante, desde finales de la década del 20 y hasta mediados del presente siglo, el desa­rrollo hidroeléctrico del país sufrió una progresi­va paralización, debido a la creciente proyec­ción de Venezuela como país productor de pe­tróleo, el cual, por su bajo costo, favorecía la im­plantación de centrales térmicas.
En 1947 el Estado inició una serie de progra­mas para construir, por medio de la Corporación Venezolana de Fomento, centrales hidroeléctri­cas en las regiones de los Andes y Guayana. De­bido a un informe de la firma norteamericana Burns and Roe, Inc., contratada por la C.V.F., donde se señalaban los cuantiosos recursos hi­dráulicos del río Caroní, el Estado venezolano conformó en 1953 la Comisión de Estudios para la Electrificación del Caroní. En 1956 se inició la construcción de una central hidroeléctrica en el salto de Macagua. Las seis unidades generado­ras de Macagua I entraron en funcionamiento entre 1959 y 1961. La represa, "a filo de agua" -es decir, sin embalse para regulación de des­carga, dependiendo del caudal natural del río para su operación-, con una capacidad total ins­talada de 370.000 kilovatios, se construyó a los fines de proveer la energía eléctrica requerida por la industria siderúrgica en la zona, que las plantas existentes de combustible diesel no po­dían proporcionar (véase La industria del hierro y e/ acero).
En 1963 se constituyó formalmente, a partir de su predecesora, la empresa CVG-Electrifica­ción del Caroní, C.A. (EDELCA), con el objeto de proseguir los desarrollos hidroeléctricos en la Región, necesarios para satisfacer el continuo incremento de la industria siderúrgica, así como las necesidades futuras de la proyectada indus­tria del aluminio (véase La Industria del Aluminio).

La construcción de la central hidroeléctrica de Guri, que se iniciaba inmediatamente en el Cañón de Necuima, 90 kilómetros aguas arriba de Macagua, respondería así a la creciente demanda de energía eléctrica del país, en res­paldo de Macagua I, cuya operación dependía fundamentalmente de las épocas de lluvia.

"OPERACIÓN RESCATE"


La construcción de Guri requirió del levan­tamiento de una gigantesca represa que forma­ría un lago artificial de casi 1.000 kilómetros cuadrados (una extensión de dos veces y media la'del lago de Valencia).
A los estudios de previsión de efectos am­bientales negativos se sumó la necesidad de sal­var de la inminente inundación la abundante fauna de la zona. La "Operación Rescate" em­prendida por la C.V.G. en 1968 con participa­ción de numerosas organizaciones e institu­ciones, entre las que se cuentan la Asociación Nacional para la Defensa de la Naturaleza, la So­ciedad Venezolana de Ciencias Naturales, y los Jardines Zoológicos entre otras, fue un ejemplo de previsión ,técnica y organización, además de genuina preocupación ecológica, que permitió salvar unos 18.000 animales de las más variadas especies. Fue la primera vez que se llevó a cabo una operación planificada de salvamento de fauna salvaje en tales proporciones, a escala mundial. Ello requirió del concurso de personal especializado, tanto nacional como interna­cional, que instruyó y dirigió a los grupos de res­cate, logrando excelentes resultados tanto por la cantidad de animales como por la total ausen­cia de accidentes en las operaciones. El destino de los animales rescatados fue diverso: algunos fueron enviados a jardines zoológicos del país; parte de los ofidios venenosos se emplearon para la extracción de sueros y para estudios; la mayoría se soltaron en zonas cercanas previa­mente seleccionadas.

La "Operación Rescate" incluyó además el traslado de algunos de los valiosos petroglifos hallados en el Cañón de Necuima al Museo de Ciencias Naturales de Caracas, a lugares de exhibición de la CVG en Guayana, o a otras zonas de las instalaciones de Guri.

miércoles, 20 de junio de 2018

EL POTENCIAL HIDROELÉCTRICO DEL CARONÍ


La primera etapa de Guri concluyó en 1977, con 10 unidades en operación y una capacidad instalada de 2.065 megavatios. Conjuntamente con la construcción de Guri, fue necesario ampliar los sistemas de transmisión de 115 kilo­' vatios ya existentes, y construir nuevas líneas de 230 y 400 kilovatios, permitiendo así que la ener­gía eléctrica generada en el Caroní llegara a re­giones del país nunca antes alcanzadas. El in‑
__ -1        Crielm141-Óleo en 1974
constituyó un factor importante que permitió ampliar la capacidad prevista de la represa de 2 a 10 millones de kilovatios, y establecer el sistema de transmisión correspondiente. Tan pronto con­cluyó la primera etapa del proyecto, se dio inicio a los trabajos de Guri - Etapa Final, en agosto de 1978, con el realzamiento de la presa de grave­dad y el aliviadero hasta una cota de 272 metros sobre el nivel del mar, y la construcción del sis­tema de transmisión de 800 kilovatios, primero en Venezuela y quinto en el mundo, con el que se consolida de manera confiable el Sistema In­terconectado Nacional, que lleva la energía hidroeléctrica del Caroní a todos los rincones del país. A inicios de 1986 se puso en operación el sistema de dos líneas de 800 kilovatios, de 630 kilómetros de longitud cada una, con una sub-estación terminal en Guri, dos sub-esta­ciones intermedias en Malena (cerca de Moi­taco), tres en San Gerónimo (Valle de La Pascua) y dos sub-estaciones terminales en Villa de Cura (Estado Aragua) y Tocuyito (Esta­do Carabobo). En noviembre de ese mismo año la presa hidroeléctrica de Guri, que recibe el nombre del ex-Presidente de la República "Raúl Leoni", queda totalmente concluida, siendo para ese momento la de mayor capaci­dad instalada en el mundo, de 10 millones de kilovatios, con una altura de 272 metros sobre el nivel del mar, una longitud total (incluyendo las presas de tierra y enrocamiento) de unos 8 kilómetros, y un largo artificial al 4.250 kilóme­tros cuadrados de superficie.


martes, 19 de junio de 2018

PROYECTOS MACAGUA II Y CACHAMAY



planes de conservación y protección del medio ambiente, a través de censos de la fauna silvestre y de estudios de las condiciones ecológicas de la Región, así como de las repercusiones que ten­drá su modificación sobre las comunidades indí­genas de la zona. La atención y el manejo inte­gral de la cuenca del bajo Caroní proporcionará protección a las fuentes de agua así como, indi­rectamente, a la flora y la fauna existentes. En cuanto a la escasa población indígena que pue­da resultar afectada, se estudia su reubicación en centros poblados de características ecológi­cas similares, dotados de servicios básicos de acueductos, electricidad, cloacas, planta de tra­tamiento y escuela, como ya se hizo en los pro­yectos Macagua I y Guri.
Los incrementos previstos en la industrializa­ción de Guayana (aluminio y otras empresas bá­sicas y manufactureras) y el crecimiento de la demanda en todo el país, hacen indispensable llevar a cabo simultáneamente a Macagua I I los otros proyectos en el bajo Caroní de Caruachi y Tocoma, a fin de que entren en producción en­tre finales de esta década y comienzos de la pró­xima.

Los cálculos estiman que, una vez ejecutados todos estos programas, la generación hidroeléc­trica de EDELCA superará el equivalente a 800.000 barriles de petróleo diarios, lo que comportará un considerable ahorro de hidrocarburos, mate­ria prima no renovable, que podrá utilizarse en petroquímica o industrias derivadas, benefi­ciando sustancialmente la economía del país.

lunes, 18 de junio de 2018

GURI: ARTE Y TECNOLOGÍA


Guri no es sólo un prodigio de tecnología. Es también expresión plena de la presencia del hombre en la naturaleza, tanto en el despliegue de instrumentos para aprovechar sus recursos como en la manifestación de otros aspectos de la cultura, que acompaña al hombre en todo lu­gar. Producto específicamente humano, revela­dor de esa integridad cultural, es el arte. Y Guri brinda una muestra a la altura de la tecnología allí desplegada, a través de las obras de algunos de los mejores artistas del país.
El arte en Guri no encuentra limitaciones de espacio. Desde la magnificencia arquitectóni­ca de la propia represa, incluyendo las instala-dones y las imponentes Salas de Máquinas, en cuyo interior las cúpulas de las gigantescas tur­binas generadoras junto con el policromado
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neal de las altas paredes configuran el espacio cinético de Carlos Cruz Diez, hasta la majestuo­sidad de los espacios abiertos exteriores, en los que la obra del hombre encaja armoniosamente en el marco de una naturaleza que no se aprecia hostil, sino amiga.
La enormidad de los espacios interiores, en Guri, en los que el visitante siente estar en in­mensos salones de arte creados para el deleite de privilegiados seres, se halla inmersa en esa otra forma de arte no humana del medio ambien­te exterior que es la naturaleza misma. La transi­ción se realiza sin oposición de fuerzas. El hom­bre se ha hermanado con la naturaleza para ha­cer el prodigio de Guri. El enclave humano en Guri no representa un asalto a un mundo agreste y virgen, ajeno al ser humano; es una continui­dad. El hombre, parte él mismo de la naturaleza, se halla allí con ella en permanente fusión. La tecnología no es, en Guri, un avance arrollador y destructivo del ambiente. Es el modo de trans­formación de la propia naturaleza por interven­ción del hombre. Este está presente en su pleni­tud: con sus instrumentos y aparatos, con sus equipos e instalaciones, pero también con su cultura, con su arte.
El enorme espacio cerrado de las Salas de Máquinas, necesario para la extración del eje de una turbina en caso de mantenimiento o repara­ción, contiene las cúpulas policromáticas que cubren los cabezales de las turbinas generado­ras, en número de diez en cada sala. Las cúpulas de la Sala No.1 tienen un diámetro de 7 metros y una altura de 2 metros, con un peso de 3 mil 300 kilos cada una. Son cromoestructuras de una so­la pieza, apilables para facilitar los trabajos téc­nicos. El mural mayor de la Sala No. 1 es de 260 metros de largo por 21 metros de altura, con lí­neas de 30 centímetros de ancho, y se extiende sobre un zócalo de gres negra de dos metros de altura. El techo, de color gris pizarra, posee una batería de lámparas de yodo dirigidas hacia los murales de inducción cromática y de color aditi­vo. La Sala No. 2, más grande, exhibe una fisio­cromía, composición cinética que se modifica a medida que el espectador se desplaza, de 400 metros de largo. Las cúpulas que recubren los cabezales de las turbinas son aquí de aluminio cromatizado, y tienen 14 metros de diámetro por 3 metros de altura. Esta segunda sala ha sido agrandada ópticamente para realzar aun más su colosal tamaño, mediante una falsa ventana al vacío desde la cual emiten su luz unos proyecto­res de intensidad variable de colores rojo, azul y verde.


viernes, 15 de junio de 2018

LA INDUSTRIA DEL HIERRO Y EL ACERO



El hierro es el metal más abundante en la naturaleza, después del aluminio, aunque rara­mente se encuentra en forma pura. General­mente se halla formando óxidos de hierro de diversa composición, siendo los más empleados en la industria la magnetita (Fe304, así llamada por exhibir propiedades magnéticas) y la hema­tita, la más común (Fe203), de color rojo oscuro, con un máximo contenido de hierro de 72.4% y 69.9% respectivamente.
Otras menas importantes son la limonita y la goetita, hidróxidos de hierro de diversos grados de hidratación (en forma de agua cristalizada), lo que les resta valor comercial, y cuyo tenor varía de un 56% a un 65%; y lataconita, denominación que abarca diversas fórmulas químicas caracteri­zadas por un bajo contenido de hierro (del 25% al 35%). Una variedad de otras formaciones minerales incluyen carbonatos (como la siderita), sulfuros y silicatos, a menudo con un grado variable de hidratación, y que sólo excepcio­nalmente se emplean en la industria. En contras­te, el hierro contenido en los meteoritos se encuentra en estado puro. Las armas y herra­mientas construidas por algunos pueblos primi­tivos con hierro meteórico, proveniente del cielo, tenían un carácter sagrado.'
La obtención del hierro a partir de minerales ferríferos, a diferencia de lo que sucede con el aluminio (véase), no requiere, en principio, de una tecnología sofisticada. El hombre primitivo debe haber descubierto trazas de hierro entre los restos calcinados de sus hogueras, que luego reunió y golpeó hasta transformarlas en objetos de adorno o instrumentos. El procedimiento más antiguo y todavía ampliamente utilizado para extraer el metal es la calcinación del mineral de hierro, lo que elimina el oxígeno asociado. Este procedimiento, denominado químicamente reducción, mejora su eficacia si se realiza bajo una corriente de aire permanente. Las antiguas forjas eran fraguas en las que se horneaba el mineral, en un lecho de carbón vegetal, bajo un chorro de aire impulsado por un fuelle. Hoy, los altos hornos de fundición siguen el mismo principio, inyectando aire a presión y empleando como combustible coque que, al quemarse en presencia del mineral de hierro, libera monóxido de carbono, el cual se combina con el oxígeno del mineral y reduce el hierro. La adición de caliza o roca calcárea (contentiva principalmente de carbonato de calcio, CaCO3) ayuda quí­micamente a la separación de impurezas, con las que forma la escoria que flota sobre el hierro fundido, más pesado, que queda en el fondo del horno. Este es después retirado y enfriado, siendo transformado por procedimientos mecá­nicos en barras, pellas u otras formas. El mismo hierro fundido, o arrabio, puede ser sometido otra vez a reducción, para obtener un mayor grado de pureza o, mediante la adición de otras sustancias, para la producción de acero.
La primera evidencia de la explotación del hierro en Venezuela data de la época de la Colonia, cuando los misioneros capuchinos se establecen, durante el siglo XVIII, en algunos puntos de la Región de Guayana. Al suroeste de Upata, en la Serranía de Santa Rosa, se observan todavía hoy, bastante bien conservados, los restos de una forja cuya parte alta corresponde al nivel del suelo, y un antiguo horno que quizás se usó para producir, en segunda fundición, hierro dulce que sería después transformado en útiles de hierro. Se estima que la forja se puso en funcionamiento en el año 1 750.
Un siglo más tarde el gobierno de Venezuela otorga, en 1883, la primera concesión para la explotación de mineral de hierro en nuestro país, en la zona del Delta del Orinoco. En 1901 se produce el primer embarque de 700 tonela­das de mineral de hierro venezolano con desti­no a los Estados Unidos, y entre 1912 y 1914 la empresa anglo-canadiense Canadian Venezue­lan Ore, Co., Ltd. envía un total aproximado de 70.000 toneladas al exterior. Posteriormente se otorgan otras concesiones, incluyendo la del Cerro El Pao (entonces "El Florero"), donde la empresa norteamericana Bethlehem Steel Co. comprueba la existencia de grandes cantidades de mineral de excelente calidad, tras lo cual constituye, en 1933, la subsidiaria Iron Mines Company of Venezuela que, sin embargo, no inicia las explotaciones hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el agotamien­to de las materias primas para la industria pesada, ocasionado por la conflagración, forzó a los países industrializados a buscar nuevas fuentes de suministro. En ese momento Venezuela, entre otras regiones del globo, fue objeto de intensas labores de exploración.
Tras varios años de búsqueda otra empresa norteamericana, la U.S. Steel Corporation, de­terminó en 1947 la presencia de grandes canti­dades de mineral de hierro de alto tenor (supe­rior al 60%, aparentemente de origen sedimenrio) en el Cerro La Parida, posteriormente !nominado Cerro Bolívar. Dicho yacimiento, más de 500 millones de toneladas, forma parrte del llamado "Cinturón Ferrífero del Compl­ejo Imataca", que se extiende desde el Delta del Orinoco hasta las Galeras de Cinaruco (Estado Apure), comprendiendo un área superior a 94.000 kilómetros cuadrados. Estas formidables reservas, calculadas en más de 2 mil millones de toneladas métricas de mineral de hierro de alto tenor, proporcionarían a Venezuela 100 años de explotación al ritmo de producción de 20 millones de toneladas por año, sin contar con otros depósitos de contenido inferior al 55%.
En la década de 1950 empieza así en Venez­uela una nueva etapa en la minería del hierro a escala industrial, a través de dos grandes empres­as subsidiarias de corporaciones siderúrgicas norteamericanas: la Iron Mines Company of Venezuela (subsidiaria de Bethlehem Steel Zorp.), que inicia operaciones en 1950 en el yacimiento de El Pao, de 2 kilómetros de longi­tud por 1,2 de ancho, a 45 kilómetros al sur de Ciudad Guayana, y la Orinoco Mining Company (constituida en 1949 como subsidiaria de U.S. Steel Corp.), que inicia en 1954 la explotación del yacimiento del Cerro Bolívar (conocido en­tonces como "La Parida"), de una longitud de 6,4 kilómetros por 1,2 de anchura, situado 120 kilómetros al suroeste de Ciudad Guayana.
Estas empresas produjeron hasta el año 1974, en que cesan sus actividades por la nacionaliza­ción de la industria del hierro en Venezuela, 62 y 187 millones de toneladas de hierro respecti­vamente: un total de 349 millones de toneladas, Je las cuales 341 se destinaron a exportación.
A partir del 1 de enero de 1975, por decreto presidencial emitido el año anterior, la nación, a través de la Corporación Venezolana de Guayana se hace cargo directamente, dentro de las normas legales y constitucionales, de la explotación del mineral de hierro en todo el territorio del país, para lo cual se establecen los convenios y acuerdos necesarios con las antiguas concesio­narias respecto a las condiciones de traspaso de )s equipos e instalaciones y los montos de compensación.
Las ventajas de la nacionalización para el país son evidentes: ya el primer año en que Venezuela manejó sus propios recursos (1975), aun cuando la recesión mundial de la industria del acero motivó una reducción en las exportaciones de 5 millones de toneladas frente a las del año anterior (se exportaron 21 millones de toneladas en lugar de los 26 de 1974), los ingresos perci­bidos se incrementaron en casi el doble (597 millones de bolívares frente a 383 millones del año anterior).
Ese mismo año se constituye la empresa C.V.G. Ferrominera Orinoco, C.A., que a partir de 1976 se hace cargo de las actividades de explotación del hierro en todo el territorio nacional.
La nacionalización no incluyó la entonces recientemente construida Planta de Briquetas en el sector Puerto Ordaz de Ciudad Guayana, perteneciente a la Orinoco Mining Co.: un proyecto experimental de alta tecnología que utilizaba hidrógeno proveniente del gas natural como agente reductor para la producción de hierro metálico conglomerado en forma de ladrillo. El producto, denso y de muy alto tenor (86.5%), permitiría reducir el consumo de coque en la producción de arrabio y, además, sustituir satisfactoriamente la chatarra en los hornos eléc­tricos para la producción de acero. La planta de Briquetas fue transferida, durante el proceso de nacionalización, a la compañía venezolana Mi­nerales Ordaz, C.A. (MI NORCA), pero su poco rendimiento determinó que fuera en un primer momento abandonada. (En 1988 la CVG-Minor­ca llegó a un acuerdo con la empresa Kobe Steel de Japón para la incorporación del sistema Midrex de reducción directa, ya en operación en otras partes del mundo, que mejoraría nota­blemente el proceso. Dos años más tarde em­pezó a funcionar la nueva planta, que operará durante nueve años bajo un contrato de arren­damiento, tras lo cual pasará en su totalidad a control de la CVG.)FERROM I N ERA posee actualmente dos gran­des divisiones operativas en Guayana: La División Pao, que efectúa las actividades de minería, trituración , carga y transporte en El Pao, y la planta de lavado de mineral y puerto de em­barque en Palúa; y la División Piar, que abarca las actividades de extracción en los cerros San Isidro, Bolívar y Los Barrancos, el centro de operaciones en Ciudad Piar, las instalaciones de manejo del mineral, las plantas de trituración, secado y clasificación, y los puertos de embar­que en Puerto Ordaz, Ciudad Guayana.
Las operaciones, muy similares en ambas divisiones, incluyen la realización de estudios geológicos, perforaciones y voladuras en los yacimientos, que son "a cielo abierto", la reco­lección, carga y transporte del mineral extraído (con palas mecánicas y camiones primero, y luego por vía férrea hasta las plantas de proce­samiento) y, finalmente, la trituración, clasifica­ción y lavado del mineral para eliminar la sílice y alúmina presentes, el secado para facilitar su manejo y transporte, y el proceso de mezclado y homogeneización para lograr una composición fisicoquímica invariable. Después, el mineral de hierro es almacenado o, según los requerimien­tos, transportado o embarcado en cargueros de unas 65.000 toneladas y llevado por el canal de navegación del río Orinoco a aguas internacio­nales o a la estación de transferencia ubicada en la desembocadura del delta (actualmente Boca de Serpientes, entre Punta Bombeador y la isla de Trinidad), donde se carga en buques de gran calado (superiores a 100 mil toneladas) para su salida a los mercados internacionales. La esta­ción de transferencia es de gran importancia para FERROMINERA, al permitir el envío de grandes cantidades de mineral de hierro, que resulta así altamente competitivo en los merca­dos de Europa, Asia y Norteamérica.
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CANAL DE NAVEGACION DEL RIO ORINOCO
FUENTE FERROMINERA
Desde su creación, FERROM I N ERA ha pro­ducido un total superior a 231 millones de toneladas de mineral de hierro de alto tenor (más unos 27 millones de toneladas de bajo tenor), alcanzando su punto más alto en 1990, con 20,4 millones de toneladas, destinando un 70% aproximadamente para ventas al exterior. FERROMINERA pasó del décimo lugar como exportador mundial de mineral de hierro en 1985 al octavo en 1986, y al séptimo en 1989.
VOLUMENES DE PRODUCCION

1976-/99/

(miles de toneladas)
1991
21.453
1983
9.449
1990
20.366
1982
11.681
1989
18.398
1981
15.530
1988
18.932
1980
15.998
1987
17.733
1979
14.919
1986
16.753
1978
13.232
1985
14.753
1977
12.772
1984
13.055
1976
17.574
Fuente: FERROMINERA
Los objetivos de la empresa para 1995 con­templan llevar la producción a 40 millones de toneladas métricas anuales de mineral de alto tenor, y diversificar las actividades de FERRO-MINERA hacia la elaboración de productos intermedios. Para ello existen convenios con empresas privadas, nacionales y extranjeras, al­gunos de los cuales ya están en operación, y que incluyen la construcción de un gran complejo de peletización (producción de pellas) y reducción directa, de concentración de menas de hierro de bajo tenor para comercialización, el Proyecto de Hematita, orientado a la utilización del mineral de hierro como densificante de lodos de perfo­ración para la industria petrolera (lo que permiti­rá la sustitución de productos importados, como la barita, empleados para estos fines), y la instalación de nuevas plantas de briquetas, ade­más de las ya existentes, destinadas a proveer los mercados nacionales y extranjeros, incorporando los procesos tecnológicos H/L, FIOR y Midrex, que incrementan el contenido de hierro del producto a la vez que optimizan la producción.
FERROMI N ERA ha realizado importantes co­locaciones de capital en varias empresas vene­zolanas, diversificando así su reinversión en el país. Puede citarse su participación accionaria en CVG Internacional (el 80% de las acciones), encargada de compras y comercialización de las empresas CVG, en FERROCASA (con el 75.9%), dedicada a la urbanización y la administración de bienes inmuebles, en MIN ERVEN (75%), VENORCA (41°/0) y OROM IN ERA (35%), empre­sas explotadoras de oro, en TECM IN (55%), de exploración y servicios geológicos y mineros, CONACAL (40,2%), explotadora de caliza, y BAUXIVEN (20,2%), dedicada a la explotación de bauxita (véase). También posee una partici­pación de 1,19% de capital en FESILVEN, pro­ductora de ferrosilicio.

Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial cundió por América Latina el afán de industrialización. En Venezuela, ese anhelo fue unánime entre los sectores involu­crados con el desarrollo del país, que veían las máximas posibilidades en la creación de una industria nacional con la meta del autoabaste­cimiento y la sustitución de importaciones. Por su capacidad generadora de empleo ysu influen­cia en el desarrollo de otros sectores de la economía, la mirada recayó en la industria siderúrgica. Desde 1951 la empresa privada y el gobierno, aunque desde perspectivas no siempre coincidentes, expresaron intenciones de desa­rrollar la industria del acero. En 1953 se crea la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la República, organismo que toma la decisión de construir una planta suderúrgica en la Región de Guayana, suscribiendo dos años más tarde un contrato con la firma italiana Innocenti para la construcción en Matanzas (Estado Bolívar) de las instalaciones, que tendrían una capacidad de producción inicial de 560 mil toneladas anuales de lingotes de acero, cantidad que fue aumen­tada en 1957, cuando se iniciaron los trabajos de construcción, a 750 mil toneladas. La zona de Matanzas se escogió por su ubicación cerca de los extensos yacimientos ferríferos de El Pao y Cerro Bolívar (entonces "La Parida"), y su proxi­midad a la central hidroeléctrica Macagua I, para entonces en construcción sobre el río Caroní, que podría suministrar la energía necesaria para el funcionamiento de la planta siderúrgica (véase La generación de energía hidroeléctrica). Las posibilidades de desarrollo de esta industria dependen, en gran medida, de las condiciones de abastecimiento del mineral de hierro y de energía eléctrica, materias primas que, si son suministradas dentro de límites de rentabilidad gracias a su proximidad a los centros de proce­samiento, ayudan a mantener la competitividad en el mercado de los productos elaborados. En 1958 se creó el Instituto Venezolano del Hierro y el Acero, dependiente del Ministerio de Fo­mento, para la contratación, desarrollo y comer­cialización de los proyectos siderúrgicos. Este organismo fue sustituido en diciembre de 1960 por la Corporación Venezolana de Guayana, que inició al año siguiente la producción de tubos sin costura para la industria petrolera, aunque utilizando lingotes importados.
En 1962 se produce la primera colada de acero en Venezuela, en los hornos de la acería Siemens-Martin de la C.V.G., en la planta de Matanzas. La naciente industria nacional del
acero, además de abastecer parte de la demanda de tubos sin costura para la empresa petrolera, inició la producción de arrabio en hornos eléctri­cos de reducción, logrando en breve plazo sustituir totalmente la importación de alambres de púas.
En 1964 se constituye la empresa CVG­Siderúrgica del Orinoco, C.A. (SI DOR), pertene­ciente en su totalidad a la C.V.G., encargada, en lo sucesivo, de desarrollar la industria siderúrgi­ca en el país.
Los comienzos resultaron en extremo difíci­les para el recién creado organismo. El elevado costo de instalación de la empresa siderúrgica fue sufragado, en su totalidad, por el Estado venezolano, dado que su alto presupuesto de instalación, para 1964, no podía en ese enton­ces ser aportado por el capital privado del país. La situación económica en que SI DOR salía al mercado hacía aun más costosa esta inversión: no sólo hubo que competir, en el plano interna­cional, con poderosas empresas que colocaban cualquier excedente de producción por el mé­todo del dumping, lo que obliga a SI DOR a rebajar sus precios a niveles no rentables para poder ser competitiva, sino que se produjo, además, en el ámbito nacional, una recesión en la industria petrolera que condujo a una fuerte disminución de la demanda de tubos, su princi­pal producto.
Esta delicada situación obligó a SI DOR a diversificar la producción, a fin de suplir otros mercados. Se empezó a producir, además de arrabio para funderías y acerías, productos se­mielaborados de acero (para la industria de relaminación), alambrón (para la industria de trefilación), así como ángulos, cabillas, barras, vigas (para la construcción), y tubos de diversos tipos para la minería.
Dentro de un Plan Extraordinario de Inver­siones por parte del Congreso, se puso en marcha en 1971 el llamado Plan III de SI DOR, con el objeto de incrementar la producción para cumplir la tan ansiada meta de sustitución de importaciones. Ello contemplaba proseguir la diversificación de productos, comprendiendo la construcción de una Planta de Laminados Pla­nos, una Planta de Tubos Centrifugados, y l¿ ampliación de los hornos Siemens-Martin a un¿ capacidad de 1.200.000 toneladas de acero crudo.

Sin embargo, el crecimiento de la demanda de productos de acero por parte de los diversos sectores de la industria nacional, fue originando, t pesar del aumento de la producción, una reciente brecha entre la necesidad real de consumo y el volumen de productos lanzados al mercado (el consumo de productos de acero en Venezuela ascendió de 1 millón 100 mil tonela­das en 1971 a 2 millones 700 mil toneladas en 1977, lo que representa un incremento intera­nual de 16.1 por ciento para ese lapso). Esto motivó la realización del Plan IV de SIDOR, Programa de Ampliación 1974-1979, el cual se vio impulsado por un notable incremento en los ingresos petroleros y la formidable oferta credi­ticia de la banca internacional. Este plan res­pondía a una estrategia del Estado venezolano para estabilizar la economía mediante una in­dustrialización racional de los recursos naturales. En el caso de la siderurgia, ello comportaba elevar la producción de acero a un volumen cercano a los 5 millones de toneladas al año, mediante la modernización de equipos y la puesta en marcha de nuevas instalaciones, in­cluyendo plantas de laminación y de elaboración de productos planos y no planos, y la incorpora­ción de nuevos hornos a las Acerías Eléctricas. A finales de este período entraron en operación las Plantas de Reducción Directa MI DREX y H/L.
A principios de la década de los 80, el gobierno nacional, preocupado por los altos riesgos potenciales del rápido crecimiento que venía experimentando la economía venezolana durante los últimos años, decide frenar la ex­pansión provocando un período de recesión económica, que repercute considerablemente en los planes de producción y ventas de SIDOR. La empresa experimenta una notable desacele­ración de su economía debido a la contracción de sectores fundamentalmente consumidores de la industria siderúrgica, como la construcción, en momentos en que necesitaba compradores para compensar los compromisos contraídos durante sus primeros años debido a las vicisitudes del mercado. No obstante, superada la peor etapa, SIDOR emprende una paulatina recupe­ración que le lleva en 1986 a producir 3 millones de toneladas de acero líquido, con importantes beneficios para la nación provenientes de las ventas. Sin embargo, esta experiencia obliga a cambiar el modelo de desarrollo para el auto­abastecimiento nacional bajo el cual había sido concebida SIDOR en sus inicios, por el de la proyección internacional a la búsqueda de nue­vos mercados, al tiempo que empieza  conce­bir la necesidad de una producción especiali­zada de los renglones que resulten más renta­bles, en lugar de mantener la diversificación de productos.
Frente a la década del 90 se presenta para SIDOR la perspectiva de su reestructuración, mediante la modernización de sus equipos y la racionalización de la producción que haga de la siderurgia nacional una empresa estable y ren­didora. La reconversión de SIDOR-como se le ha llamado- comporta redimensionar la industria reemplazando el modelo de diversificación de productos por la elaboración especializada de los más ventajosos económicamente, eliminan­do aquéllos que no sean rentables. Ello conlleva una necesaria reestructuración del personal, que ya ha comenzado a llevarse a cabo: SI DOR redujo su nómina de empleados en más de 3 mil trabajadores durante el año 1990, en que cerró ocho de sus plantas no rentables, eliminando la producción de alrededor de 4.000 productos (en la época de la diversificación, SIDOR llegó a tener una variedad de más de 21.000 productos).
(Es importante resaltar que este elevado número de personal está siendo reabsorbido por otras empresas de la infraestructura industrial generada por SI DOR en la Región. Ello ha sido posible gracias a un complejo plan de capacita­ción con remuneración del personal cesante, primero de su tipo que se implementa en el país, instaurado por la empresa siderúrgica y adminis­trado por la Corporación Venezolana de Guayana con objeto de reducir el impacto social que podría generar una masa trabajadora flotante, contribuyendo a crear las condiciones para su reincorporación al mercado de trabajo en la Región, ya sea desempeñando nuevos puestos en otras industrias en expansión, o a través de empresas de servicio independientes.)

70       75   1977

Otra medida impuesta por la reconversión es la modernización de los sectores de más alta rentabilidad, para lo cual será necesaria la incor­poración de capitales privados o mixtos. SIDOR proyecta la optimización de su capacidad pro­ductiva mediante la renovación y actualización de sus sistemas e instalaciones para lograr el máximo rendimiento.
En cuanto a proyección internacional, ya se han logrado importantes resultados: aproxima­damente una tercera parte de las ventas de SIDOR va actualmente a otros países, princi­palmente europeos.
La competitividad de la industria siderúrgica venezolana en los mercados exteriores reside, como se ha señalado, en que cuenta con una gran disponibilidad de mineral de hierro de alto tenor y de electricidad en la Región de Guayana, así como de gas natural proveniente del Estado Anzoátegui, resultando, por tanto, económica la obtención de materia prima para la producción de productos elaborados y semielaborados de hierro y de acero; además de la experiencia adquirida en la alta tecnología de reducción directa en hornos eléctricos (tecnologías FIOR, AREX, MI DREX, H/L) y en hornos a gas (que tienen la ventaja de no requerir coque, materia prima importada). El mercado continental, es­pecíficamente, presenta favorables perspectivas para la siderurgia nacional, que cuenta con el 75% del desarrollo siderúrgico total de la región andina, incluyendo la tecnología de reducción autorreformante AREX-SBD° (de bajos costos de inversión y operación, y mejor aprovechamiento de materias primas), de concepción y elaboración netamente venezolanas.
La industria siderúrgica ha sido, histórica­mente, pionera del desarrollo, no sólo de un sector de la economía inexistente en el país para el momento de su creación, sino del propio crecimiento poblacional e industrial de Guaya­na, y factor decisivo en la incorporación de la Región al moderno proceso de producción económica, hoy centro de la industrialización y sede de las empresas básicas del país. La industria siderúrgica emplea actualmente cerca de 25.000 personas, de las cuales 15.000 corresponden a SIDOR, 4.000 a FERROMINERA y el resto al sector privado. Pero, en sus comienzos, SIDOR fue polo de atracción de una población trabaja­dora gran parte de la cual hubo que formar y adiestrar en sus propias plantas de producción de acero, contribuyendo así, en una importante medida, a la formación de recursos humanos para la industria. La incorporación de técnicas y procedimientos de avanzada (como la automa­tización de procesos, la modernización de hor­nos eléctricos, la adopción de sistemas de re­ducción directa) han aportado a Venezuela una valiosa tecnología y experiencia, además de representar el núcleo tecnológico en torno al cual se han desarrollado otras industrias en la Región. La siderurgia venezolana ha contribuido a desarrollar también, en gran medida, la viali­dad, el transporte y comunicaciones de la Región con el resto del país, así como al mejoramiento de su calidad de vida a través de programas de desarrollo social y cultural (centros de acción social, instalaciones deportivas, salas de arte y espectáculos, parques y jardines) y de salud (SIDOR es pionera en Venezuela en el área de medicina del trabajo). En materia de protección ambiental (controles permanentes contra la contaminación y programas de protección de flora y fauna), la industria siderúrgica es asimismo una de las más preocupadas por la conservación de Guayana.
En 1973 se constituye Venezolana de Ferroa­leaciones Bozel, C.A. (VEN BOZEL) con el objeto de producir ferrosilicio y sus derivados a fin de abastecer rentablemente la industria venezolana del acero y competir en los mercados internacionales. Esta empresa del Estado venezolano se reconstituye en 1979 con el nombre de FESILVEN (C.V.G.-Venezolana de Ferrosilicio), siendo sus principales socios el Fondo de Inversiones de Venezuela, con participación mayoritaria de acciones, y la C.V.G; más una participación menor por parte del sector privado y bancos extranjeros.
Las aleaciones de hierro son materiales básicos para la fabricación de aceros de todas clases, y el ferrosilicio en particular se emplea como desoxi­dante del acero y como elemento de aporte para la elaboración de aceros especiales, de mayores límites de elasticidad y resistencia a impactos.
La planta de FESILVEN, ubicada en la zona industrial de Matanzas (Punta Cuchillo), está conformada por dos hornos con una capacidad instalada de 50.000 toneladas/año de ferrosili­cio al 75%. La empresa funciona actualmente a su máxima capacidad de producción, exportando el 90% de sus productos a Japón, Estados Unidos y Europa, y destinando el 10% restante a abaste­cer el mercado nacional.
FESILVEN ha ampliado sus márgenes de co­mercialización mediante la incorporación de nuevos productos para el revestimiento de elec­trodos y aleaciones, de gran demanda en el mercado internacional, y con la elaboración de muchos de sus propios materiales y repuestos, lo que comporta. un importante ahorro de divisas para el país.
En los actuales momentos FESILVEN con­templa un proyecto de ampliación que incluye la modernización de su infraestructura industrial, la adquisición de nuevas maquinarias y equipos, y la incorporación de sistemas de automatización que permitan incrementar su productividad operativa.
Entre las mejoras previstas están la instalación de nuevos hornos para ampliar la producción de ferrosilicio al 75%, de las 50.000 ton/año actuales a 75.000 ton/año, e iniciar la producción de silicio metálico a una capacidad de 13.500 ton/año.
Dentro de los proyectos de ampliación se cuenta con la instalación de sistemas de control y tratamiento de humos, y la eliminación de fuentes de contaminación, de acuerdo con la política de protección ambiental de la Corpora­ción Venezolana de Guayana.