lunes, 18 de junio de 2018

GURI: ARTE Y TECNOLOGÍA


Guri no es sólo un prodigio de tecnología. Es también expresión plena de la presencia del hombre en la naturaleza, tanto en el despliegue de instrumentos para aprovechar sus recursos como en la manifestación de otros aspectos de la cultura, que acompaña al hombre en todo lu­gar. Producto específicamente humano, revela­dor de esa integridad cultural, es el arte. Y Guri brinda una muestra a la altura de la tecnología allí desplegada, a través de las obras de algunos de los mejores artistas del país.
El arte en Guri no encuentra limitaciones de espacio. Desde la magnificencia arquitectóni­ca de la propia represa, incluyendo las instala-dones y las imponentes Salas de Máquinas, en cuyo interior las cúpulas de las gigantescas tur­binas generadoras junto con el policromado
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neal de las altas paredes configuran el espacio cinético de Carlos Cruz Diez, hasta la majestuo­sidad de los espacios abiertos exteriores, en los que la obra del hombre encaja armoniosamente en el marco de una naturaleza que no se aprecia hostil, sino amiga.
La enormidad de los espacios interiores, en Guri, en los que el visitante siente estar en in­mensos salones de arte creados para el deleite de privilegiados seres, se halla inmersa en esa otra forma de arte no humana del medio ambien­te exterior que es la naturaleza misma. La transi­ción se realiza sin oposición de fuerzas. El hom­bre se ha hermanado con la naturaleza para ha­cer el prodigio de Guri. El enclave humano en Guri no representa un asalto a un mundo agreste y virgen, ajeno al ser humano; es una continui­dad. El hombre, parte él mismo de la naturaleza, se halla allí con ella en permanente fusión. La tecnología no es, en Guri, un avance arrollador y destructivo del ambiente. Es el modo de trans­formación de la propia naturaleza por interven­ción del hombre. Este está presente en su pleni­tud: con sus instrumentos y aparatos, con sus equipos e instalaciones, pero también con su cultura, con su arte.
El enorme espacio cerrado de las Salas de Máquinas, necesario para la extración del eje de una turbina en caso de mantenimiento o repara­ción, contiene las cúpulas policromáticas que cubren los cabezales de las turbinas generado­ras, en número de diez en cada sala. Las cúpulas de la Sala No.1 tienen un diámetro de 7 metros y una altura de 2 metros, con un peso de 3 mil 300 kilos cada una. Son cromoestructuras de una so­la pieza, apilables para facilitar los trabajos téc­nicos. El mural mayor de la Sala No. 1 es de 260 metros de largo por 21 metros de altura, con lí­neas de 30 centímetros de ancho, y se extiende sobre un zócalo de gres negra de dos metros de altura. El techo, de color gris pizarra, posee una batería de lámparas de yodo dirigidas hacia los murales de inducción cromática y de color aditi­vo. La Sala No. 2, más grande, exhibe una fisio­cromía, composición cinética que se modifica a medida que el espectador se desplaza, de 400 metros de largo. Las cúpulas que recubren los cabezales de las turbinas son aquí de aluminio cromatizado, y tienen 14 metros de diámetro por 3 metros de altura. Esta segunda sala ha sido agrandada ópticamente para realzar aun más su colosal tamaño, mediante una falsa ventana al vacío desde la cual emiten su luz unos proyecto­res de intensidad variable de colores rojo, azul y verde.


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