lunes, 10 de septiembre de 2018

EL DELTA DEL ORINOCO


Esta subregión, al este de las Mesas Orienta­les, comprende un amplio espacio formado por los depósitos fluviales recientes, del período cuaternario, del río que le da su nombre. Tales deposiciones constituyen un fenómeno cre­ciente, a una velocidad estimada de 45 metros por año, aun cuando las corrientes marinas del Atlántico, provenientes del Este, actúan como factor limitante. La corriente fluvial arrastra un gran volumen de sedimentos, que va al Golfo de Paria, cuya máxima profundidad difícilmente al­canza los 20 metros. La fuerza de la Corriente Atlántica Ecuatorial, que afecta a los sedimentos del Delta, posee tal magnitud que ha orientado hacia el norte y el noroeste la desembocadura de un gran número de caños. Esta es una zona de constante y formidable pugna entre las fuerzas del Oceáno, por un lado, y el empuje del Orino­co, por el otro. Sin embargo, los sedimentos que el río ha ido arrojando sobrepasan los 68 metros de profundidad en el Atlántico.
A la formación de la estructura del Delta han contribuido, asimismo, corrientes importantes procedentes de la región de los llanos orientales, entre las que destacan los ríos U racoa, Tigre y Guanipa (que nacen en las mesas de Monagas, el primero, y de Anzoátegui, los dos últimos), cuyas aguas fluyen al caño Mánamo. Además, los ríos Mánamo, El Perro, Orocoima, Aroy, Aguirre, Arature, Amacuro y Barima, que nacen en la serranía de Imataca, vierten su caudal en el río Grande o en alguno de sus brazos, contribu­yendo también a incrementar los sedimentos
formadores del Delta.
En general, el Delta registra una temperatura media anual de 26° C con una variación de apenas 2° entre el mes más cálido y el más frío. La precipitación media es de 1.330 mm al año, registrándose máximos anuales de 2.210 mm (1972) y mínimos de 930 mm (1964).
El área deltaica se ha dividido tradicionalmente en Alto y Bajo Delta. El primero corresponde al espacio no afectado por las mareas; la acción de éstas en el Bajo Delta es la causa de frecuentes inundaciones y del desarrollo de vastos mangla­res.
En general, el Delta es una zona de planicies cenagosas que ocupan el 77% de todo el territo­rio y se caracterizan por un sustrato edáfico entre fino y muy fino, proveniente del material acarrea­do por caños y corrientes marinas. Su relieve es muy plano, con pendientes inferiores al 1°/oy, en muchos casos, se encuentra a un nivel inferior a la altura del nivel medio de los ríos. Sus suelos son muy ácidos, sobresaturados, arcillosos y con drenaje superficial muy pobre. En los sectores más próximos a la costa oceánica suele encon­trarse un sustrato arcilloso de origen marino, fácilmente sulfatoacidificable.

La cobertura natural del Delta corresponde a un bosque húmedo, relativamente bajo y muy complejo, en el sentido de la gran diversidad de especies que posee. También se observan algu­nos lugares aislados de sabanas de inundación.

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